Las Unidades del Dolor, están compuestas por médicos de diferentes especialidades, fundamentalmente anestesiólogos, habituados a realizar técnicas intervencionistas avanzadas y al manejo de fármacos potentes para tratar el dolor moderado y severo. El objetivo de estas unidades será eliminar o al menos paliar el dolor, no como síntoma, sino como enfermedad en sí mismo.
Para formar parte de una unidad del dolor se requiere un profundo conocimiento de la fisiopatología del dolor, de cómo se desencadena y de donde se debe actuar para eliminarlo. Para ello la Farmacología representa un papel fundamental. Debemos conocer el mecanismo de acción de los fármacos, con especial interés en sus efectos secundarios, que en ocasiones limitan su uso en determinados pacientes. Es por ello que también debemos recurrir a bloqueos y terapia no farmacológica, que consiguen un alivio más duradero sin necesidad de consumir dosis elevadas de analgésicos, mejorando el estado anímico de los pacientes.
La anatomía de las diferentes zonas sobre las que actuamos con nuestras infiltraciones debe ser conocida de un modo exhaustivo, por lo que los anestesiólogos, expertos en realización de técnicas regionales en quirófano para la realización de procedimientos quirúrgicos, son los especialistas más capacitados para este tipo de tratamientos.
Los problemas más comunes por los que consultan nuestros pacientes son los derivados de la patología de columna lumbar y otros tipos de alteraciones osteomusculares, aunque existen otras causas de dolor rebelde con las que nos encontramos, tanto benignas como malignas. A todos ellos podemos ofrecerles soluciones para mejorar su calidad de vida.
Sin embargo, el valor añadido esencial de las Unidades del Dolor no debe ser el aspecto técnico ni farmacológico, sino el humano, el de volver a la esencia de la práctica médica asistencial. El paciente entra en nuestra consulta con una frustración mayor o menor por un problema que nadie ha podido resolverle y nuestra primera atención será la de escucharle con atención, dedicándole el tiempo que sea preciso, estudiando su caso de un modo detallado e individualizado, aportándole la mejor solución, con un tratamiento razonable y con el objetivo claro de reducir o eliminar su dolor, aportándole calidad de vida.